Siento como la sangre corre a buen cauce por mi piel. Se
fustigan los pensamientos, se torturan las ideas, se masturban las ilusiones
sobre las cuatro patas de la cama. Me corro y me limpio con la almohada, plumas
que guardan sueños hasta el alba, plumas que no chupan ni sueltan tinta. Pienso
mientras me masturbo en flores y prados verdes, en penosas victorias y
gloriosas derrotas. A veces cuando me aburro tumbo mi cuerpo desnudo sobre este
somier, sin cerrar párpados y a horcajadas entro sin visado en la almohada de
plumas guarda sueños.
No chupan ni sueltan tinta, una diana donde apunto con
mi polla erguida.